Hasta esa fecha, el telescopio espacial Kepler había estado monitorizando una única porción del cielo (en las constelaciones del Cisne, Lira y Draco), midiendo las variaciones de brillo de las estrellas de esa zona. Fruto de ese trabajo, la Misión Kepler, ha permitido la confirmación de la existencia de 1732 exoplanetas de una lista de más de 3000 candidatos. La mayoría de estos planetas tienen un tamaño similar o menor que el planeta Neptuno (alrededor de 4 veces el diámetro de la Tierra), ampliando el conocimiento de exoplanetas para aquellos menores que Júpiter (alrededor de 11 veces el diámetro de la Tierra), muy difíciles de detectar incluso con los grandes telescopios terrestres.
A los pocos meses de la "muerte" de la Misión Kepler, empezó a surgir la idea de utilizar la presión de la radiación solar en combinación con los dos giroscopios para estabilizar la nave. De esta forma y para minimizar el consumo de combustible, el Kepler estudiará una nueva porción del cielo muy cercana a la eclíptica.
Crédito de la imagen:
NASA Ames/W. Stenzel
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Como continuar la misión original (observar la zona Cisne-Lira-Draco) ya no era posible por está muy alejada de la eclíptica, se pidió a la comunidad científica nuevas propuestas de investigación con los nuevos condicionantes (incluidas una reducción de la precisión fotométrica y la presencia de artefactos producidos por la luminosidad de los planetas que surcan la Eclíptica). Así nació la misión K2, en contraposición a la misión original.
Al estar apuntando a la zona de la ecliptica, esta nueva misión escudriñará nueve nuevas zonas del cielo, cada una a diferentes latitudes galácticas, desde el centro de nuestra Galaxia en la zona de Sagitario-Escorpión hasta zonas de espacio profundo para observar galaxias distantes, pasando por los conocidos cúmulos de estrellas Las Pléyades-M45 (Tauro), El Pesebre-M44 (Cáncer), cúmulos globulares como M4 (Escorpión) o nebulosas como la zona de rho Ofiuco.
Las nueve nuevas zonas previstas para la Misión K2 (Fuente:NASA K2 Mission) |
Ahora mismo (Junio 2014), la misión K2 está plenamente operativa y a través de un programa de observadores invitados, está abierta a cualquier tipo de propuesta de investigación de los equipos científicos.
En resumen, la prematura muerte de la Misión Kepler y su resurrección, ha permitido tener todo un telescopio espacial abierto a la comunidad científica en general, disponible para realizar investigaciones que no hubieran sido posibles de mantenerse la misión original, ampliando los campos de estudio y las zonas de observación. También demuestra el ingenio humano para solucionar problemas y adaptarse a las nuevas situaciones.