Nos juntamos, Jorge, Carlos, Juan Manuel, Sergio, Enrique, José Carlos, Justo y Salvi.
La noche comenzó muy bien, se podia ver un horizonte claro y nítido, en el que Venus y Mercurio en conjunción brillaban con todo su esplendor.
Sirio y la cada vez más clara presencia de Orión en el cielo auguraban una noche espléndida.
Al mismo tiempo teníamos sobre nuestas testas a Saturno y Marte y la polar se apreciaba perfectamente lo que permitía orientar nuestros oxidados telescopios.
El ánimo crecía, Jorge se había preparado un listado de galaxias en la zona de Leo y la Osa Mayor que sin duda, con la claridad del cielo existente, podríamos observar.
Carlos y Juan Manuel, por fin pudiero montar su telescopio y aprender a orientarlo y comprobar lo que podían sacar de ellos.
Enrique, feliz con la colimación de su tubo, conseguía observar por primera vez con él.
De repente, como en las mejores pélículas de catastrofes de Holliwood, la felicidad se trasformó en tristeza. En el horizonte levantino unas pequeñas nubes se elevarón sobre el suelo.
En muy pocos minutos, apenas 30, estas nubes taparon todo el firmamento de tal manera que nos hizó pensar en recoger.
La escusa del bocata nos hizó tener un poco de paciencia y para nuestra suerte se fuero tan rápido como habían llegado, sin embargo dejaron detrás de ellas un cielo absolútamente penoso y claro.
El mono de astronomía nos llevó a seguir intentando observar lo que la calidad del cielo nos permitía y pudimos contemplar algunas galáxias y nebulosas planetarias. Sergio nos mostró lo que se podía ver con su nueva barlow de 2".
La noche finalizó a eso de las 3 con un regusto muy malo, pues la noche se puede considerar como mala después de tanto tiempo de espera.
